Yo empecé a documentarlo todo.

La historia de Elena

Nos conocíamos ya desde la infancia. Al principio de nuestra relación, él me trataba como si fuera el amor de su vida. Era muy cariñoso y atento, me parecía que era la persona ideal para mí. Me decía que yo era el amor de su vida. Después de unos meses, su comportamiento cambió. Se volvió celoso muy rápido y controlaba los mensajes en mi teléfono sin que yo lo sabía. Al principio, veía sus celos como una muestra de amor, lo encontraba como tierno de alguna manera. Hoy en día, veo las cosas muy diferente.

Se volvió más y más agresivo, me insultaba y me amenazaba. La primera vez me agarró del cuello, me apretó contra la pared y me tiró al suelo. Sentí dolor. Más tarde, en el hospital, descubrí que me había fracturado la clavícula. Después de eso, el cambió por completo, se volvió cariñoso y amable. Estaba pegado a mi lado y decía: "No te había hecho daño a propósito». Hablaba de un nuevo comienzo.

Quería separarme, pero no podía alejarme de él. Me prometió varias veces que buscaría ayuda. Aunque estas promesas resultaron ser vacías, aún tenía la esperanza de que pudiera cambiar. Una noche el me despertó y quería más. Tenía que levantarme temprano al día siguiente para trabajar y le pedí que parase. No aceptó mí no y estaba completamente fuera de control. «De repente, tenía un monstruo frente a mí». Después de lo que hizo, solo quería irme. Tenía miedo de que pudiera seguirme. Miraba hacia atrás con frecuencia.

Al día siguiente, tenía moratones por todo el cuerpo. Tomé fotos porque quería documentar todo lo que me había hecho. Él reaccionó con gran arrepentimiento, me escribió innumerables mensajes y suplicaba: «No quiero que termine así entre nosotros. Quiero que nunca termine». Sabía que ahora tenía que actuar y que no podía seguir así. Cuando presenté la denuncia, él lo negó todo. Le dijo a la policía que siempre le echaba la culpa de todo y que tenía problemas psicológicos.

Pero yo empecé a documentarlo todo: fotos de las heridas, capturas de pantalla de conversaciones. Una vez me amenazó por teléfono, diciendo que me mataría y que nadie más debería tenerme. Grabé la llamada y se lo dije. No le importó. No creía que sus acciones pudieran tener consecuencias

Cuando fui a la policía, tenía pruebas contundentes. El interrogatorio fue difícil y emocional. Pero finalmente pude contar y demostrar lo que tuve que pasar. Quería que fuera llevado ante la justicia. Comencé una terapia, hice mucho deporte y pasé tiempo con buenas amigas. Todo eso me dio nueva energía.

Después de un largo proceso legal, finalmente fue sentenciado. Aun así, sigue siendo difícil: vengo de un pueblo pequeño y las cosas se corren rápidamente. A veces me encuentro con sus amigos, ellos están a su lado y me acusan de mentir. Pero el silencio ya no es una opción para mí. Hasta el día de hoy, mi lema es: «No soy lo que me sucedió, sino lo que decidí» - y sé que estoy en el camino correcto.